LA OBESIDAD EMPEORA LOS SÍNTOMAS DEL
ASMA
·
La obesidad afecta a los volúmenes
pulmonares, sobre todo disminuye la capacidad funcional residual y el volumen
de reserva respiratorio.
· El asma afecta a entre el 3% y el 7%
de la población adulta, y entre el 5% y el 10% de los niños.
·
El tratamiento de asmáticos obesos
debe incluir un programa de control de peso.
·
El 80% del asma bronquial es de causa
alérgica.
·
La SEAIC reivindica la necesidad de
mejorar el diagnóstico y control del asma.
En los últimos años
se ha observado un aumento del número de personas con asma y obesidad en los
países desarrollados, un hecho que ha llevado a realizar diferentes estudios
sobre el grado de relación entre ambas patologías. Por separado, son dos
trastornos crónicos muy prevalentes y de gran impacto en la salud pública. “Coincidiendo con dicho incremento,
numerosos trabajos han sugerido una relación entre asma y obesidad. Aunque la
naturaleza exacta de esta asociación no se ha aclarado completamente, según los
datos epidemiológicos publicados[1],
la obesidad precede al asma, aumenta tanto su prevalencia como su gravedad y
puede alterar la eficacia de los fármacos utilizados habitualmente para su
tratamiento”, explica el doctor
Julio Delgado, Presidente del Comité de Asma de la Sociedad Española de
Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC).
Con
motivo de la celebración del Día Mundial
del Asma, la SEAIC se une a la iniciativa de la Global Initiative for Asthma (GINA), que desde 1998 celebra este
día el primer martes de mayo en todo el mundo, con el objetivo de crear
conciencia y mejorar el cuidado de esta patología.
Estudios
realizados en España muestran que entre un 3% y un 7% de la población adulta
tiene asma. Esta cifra es algo más elevada (entre un 5% y un 10%) en la
población menor de 6 años y en las últimas cuatro décadas se ha triplicado el
número de casos de asma, convirtiéndose en un auténtico problema de salud
pública.
Una peligrosa relación
Hay
varios factores que pueden explicar la relación entre asma y obesidad. El primero, y puramente mecánico, es la reducción de la
capacidad de adaptación o elasticidad pulmonar del sujeto asmático cuando
aumenta de peso. Al ganar peso, se amplía el tejido adiposo y con ello la masa
de tejido que se debe movilizar, mermando la ventilación pulmonar. Además, el
propio tejido adiposo favorece una situación de inflamación crónica que
repercute a nivel pulmonar. No se debe olvidar que el asma bronquial es, en sí
misma, una enfermedad inflamatoria.
La
mayoría de los estudios prospectivos demuestran que la obesidad es un factor de
riesgo para el diagnóstico de asma, con un incremento del 1,1 y 3 veces. En el estudio
con mayor número de sujetos incluidos y con un seguimiento más prolongado
(135.000 pacientes durante 21 años) la incidencia del asma aumentó un 10% y un
7% por unidad de incremento de Índice de Masa Corporal (IMC) en hombres y
mujeres, respectivamente[2]. Sin embargo, no siempre
se confirma esta relación.
En
población pediátrica, el estudio prospectivo más reciente realizado en niños
(4.393 niños sin síntomas de asma durante los primeros dos años de vida,
seguidos durante 14 años) demostró que en el grupo con un IMC elevado (por
encima de percentil 85) en el momento del reclutamiento (2 años) desarrolló
asma en una proporción mayor que los niños incluidos con un IMC bajo[3]. “Este dato confirma que la obesidad es una factor de riesgo para la
aparición de asma durante la primera infancia, que es el momento en el que
desarrollan la enfermedad una gran parte de los pacientes”, comenta el
doctor Javier Ruiz Hornillos, Jefe
de Unidad de Alergología en el Hospital Universitario Infanta Elena de
Madrid.
Control de peso como
tratamiento
“Parece lógico pensar
que la pérdida de peso mejorará el asma. Por eso, en el caso de estos
pacientes, el tratamiento debe incluir un programa de control de peso”, apunta Delgado. En un ensayo llevado a
cabo por Taylor et al[4],
los asmáticos obesos padecían más síntomas continuos de asma, tenían mayor
absentismo laboral y escolar, usaban medicación de rescate y eran
diagnosticados con más frecuencia de asma persistente grave. También padecen un
incremento del riesgo de hospitalización por asma, según comunicaron los
propios pacientes, peor calidad de vida con peor control del asma y mayor uso
de corticosteroides orales.
Asma y ejercicio en
niños
Muchos padres son de la
opinión de que su hijo o hija por ser asmáticos no deberían de realizar ningún
tipo de ejercicio físico, lo que llevaría al niño a tener un estilo de vida más
sedentario. El empeoramiento del asma en niños al llegar a la adolescencia
puede estar influenciado por su estilo de vida, el cual contribuye a un estrechamiento
del tracto respiratorio, y que podría llevar a un asma severa a través de una
reducción de la capacidad de extensión de los músculos bronquiales.
En este sentido, el doctor
Ruiz Hornillos afirma que “merece la pena
valorar los beneficios que en el niño asmático tendría el realizar un ejercicio
físico de forma regular y moderada, en concordancia con sus características
personales, el cual le permitiría disminuir la severidad del asma. Además, se ha observado una correlación
entre el Índice de Masa Corporal y el aumento del consumo de corticoides
inhalados y broncodilatadores de rescate”.
La Fundación de la SEAIC
fomenta y organiza cada año, en colaboración con las sociedades regionales de
alergia, los campamentos para niños asmáticos, que ofrecen una educación
complementaria para mejorar el control de la enfermedad.
El asma,
fundamentalmente alérgico
El
asma es una enfermedad crónica respiratoria que cursa con episodios de tos,
falta de aire y ruidos respiratorios provocados por obstrucción bronquial. “Esta obstrucción es característicamente reversible
total o parcialmente, y el paciente puede estar temporadas sin desarrollar
síntomas importantes. Sin embargo, es un error realizar el tratamiento
antiasmático solo en los episodios de síntomas intensos, y, en general, un buen
control de la enfermedad precisa de la realización de tratamiento de forma prolongada”,
insiste el doctor Delgado.
Para
conseguir un control de la enfermedad, es preciso realizar un diagnóstico
correcto de la causa que origina el asma: en más de la mitad de los asmáticos
adultos y en el 80% de los niños el asma tiene un origen alérgico. Tal y como
apunta el doctor Delgado “ser alérgico es
el factor de riesgo más importante para el desarrollo de asma. Los alérgenos
más relacionados con el asma son los pólenes, ácaros del polvo doméstico,
hongos del ambiente y los epitelios de animales como perro, gato, caballo y
roedores, aunque la importancia de cada uno de ellos es variable
geográficamente”.
Muchos
pacientes asmáticos no conocen el papel causa-efecto que estos alérgenos juegan
en su enfermedad. Sin embargo, la inhalación de pequeñas cantidades diarias de
estos agentes es la forma ordinaria por la que aumenta tanto la inflamación
como la hiperrespuesta bronquial, que son las bases de la enfermedad asmática.
La
identificación del alérgeno causante del asma facilita medidas terapéuticas
eficaces como la evitación de dicho agente o el empleo de inmunoterapia en los casos
en los que esté indicada. “Las vacunas
son capaces de modular la respuesta alérgica y mejorar los síntomas
respiratorios de estos pacientes. Estos aspectos del tratamiento deben
completarse con fármacos (en su mayoría administrados por vía inhalatoria) para
conseguir un control de la enfermedad que en la mayoría de los pacientes puede ser
óptimo y permitir que el paciente asmático desarrolle sus actividades sin
limitación”, concluye este experto.
[1] Barranco
P, Delgado J, Gallego LT, Bobolea I, Pedrosa M, García-Lorenzo A, Quirce S, Asma, obesidad y dieta. Nutr Hosp. 2011; 27: 138-45
[2] Nystad W, Meyer HE, Nafstad P et al. Body mass index in relation to
adult asthma among 135.000 Norwegian men and women. Am J Epidemiol. 2004; 160:
969-976.
[3] Mannino DM, Mott J, Ferdinands JM,
et al. Boys with high body masses have an increased risk of developing asthma:
findings from the National Longitudinal Survey of Youth (NLSY). Int Obes
(Lond) 2006; 30: 6-13.
[4] Barker DJ, Godfrey KM, Fall C,
Osmond C, Winter PD, Shaheen SO. Relation of birth weight and childhood
respiratory infection to adult lung function and death from chronic obstructive
airways disease. BMJ. 1991;303:671-5.